Salimos bien temprano porque de tarde nos íbamos a Shanghai,
y queríamos aprovechar el día. Queríamos entrar a la plaza Tiananmen pero no
pudimos, tuvimos la mala suerte de que había una maratón así que imagínense la
cantidad de chinos que había. La vimos desde la vereda de enfrente, ya que estaba
toda vallada. Debe ser una de las pocas plazas en el mundo que no es de libre
acceso y está toda vallada y con muchísima seguridad. Seguimos avanzando y
entramos a la Ciudad Prohibida, lugar donde vivían los emperadores de las
dinastías. Es toda una ciudad amurallada inmensa, con palacios y jardines
adentro. Nos alquilamos una audio guía para entender mejor lo que íbamos a
recorrer. Igualmente no funcionaba muy bien, pero algo entendimos. Es
impresionante que ahí hace tantos años vivía el emperador, su familia y todos
sus empleados, un lugar enorme, tan enorme que le sobraban cuartos y le daban
utilidades que no eran necesarias por ejemplo 2-3 cuartos destinados a que el
emperador se vistiera. Obviamente todo lo que se ve ahí es milenario pero
dentro de todo se mantiene bastante, es cierto que los lugares importantes y a
la mayoría de las cosas no te dejan acceder, está con cintas bloqueando la
entrada o directamente cerrado y se ve detrás de un vidrio. No era lo que
esperábamos encontrar pero es una realidad, la única forma de mantener cuidado
todo eso es cerrando el acceso. No sólo por los turistas sino también por los
locales, son bastante descuidados y despreocupados, para ellos eso estaba ahí y
había que disfrutarlo en el momento no importa si perdura. La figura mitológica que más se veía en el techo y
dentro de los salones era el dragón, por lo que entendimos es símbolo del poder
que tenía el emperador. Lo que nos encantó fue el Jardín Imperial, es una zona
dentro de la ciudad prohibida que hay todo árboles, flores, fuentes, piedras
gigantes. En este lugar es donde el emperador y su familia se distendían y
paseaban, es más ahí el emperador se inspiraba y escribía poemas. Realmente la
ciudad prohibida es un espectáculo en sí mismo, tiene muchísima historia y es
un lugar precioso al que hay que destinarle muchas horas para poder recorrer
todo, cosa que nosotros no contábamos. Vimos lo que el tiempo nos permitió y lo
que más o menos sabíamos que había que ir.
De ahí, ya a mediodía, nos fuimos
con Mauri en un metro hasta el Templo del Cielo. El cansancio y el calor estaba
dominando pero los 3 dijimos “acá no volvemos así que el cansancio puede
esperar”. No teníamos mucha idea al bajarnos del tren para que lado había que
ir, lo que pasa en China a diferencia de otros países que hemos estado, que las
cosas como carteles, metros y mapas están únicamente en chino y si encontras
algo en inglés no podes recurrir a nadie porque no saben ni les importa saber.
Finalmente supimos para donde salir y empezamos camino, al llegar había que
sacar la entrada, la funcionaria para nada simpática nos dios las 3 entradas y
entramos sin mucha pregunta. Ya al ingresar, estas en un parque enorme,
precioso, muchísimo verde, mucha variedad de arbustos y árboles, todo eso muy
lindo. Un sendero prolijo daba sensación de haber entrado a otro mundo. A mitad
de camino había una especie de banda de veteranos que tocaban de todo tipo de
instrumentos y habían algunos que cantaban, muy lindo el sonido que salía de
ahí. Seguimos camino un poco corriendo un poco disfrutando y vimos a lo lejos
el Templo del Cielo. Es una triple cúpula con 6 columnas por fuera y 9 en el
interior. Al llegar a la puerta había otra entrada de ticket y dijimos
“otra vez? Ya fue, sacamos la foto de afuera que se ve precioso” un par de
fotos y Mauri fue a probar suerte a la puerta a ver que pasaba, cuando queremos
acordar lo vemos del lado de adentro. La entrada que habíamos comprado incluía
la entrada al Templo, así que entramos los 3…casi casi quedamos afuera por no
preguntar. Adentro no había tanta gente, se podía transitar y sacar fotos sin
problema, igualmente nos encontramos con la misma barrera que en la ciudad
prohibida, al interior donde están las 9 columnas no te dejan entrar así que
sacar fotos de afuera. No se ve tan lindo como en Discovery pero estuvimos ahí.
Después de varias fotos y descansar las piernas vuelta para atrás que todavía
teníamos que almorzar y salir al aeropuerto ya que esa noche volábamos a
Shanghai. La vuelta fue más corta y sencilla de lo que esperábamos, pasamos por
el mc donalds (lo único conocido, confiable y “sano” que había en la vuelta) y
seguimos hasta el hostel. Una vez terminado el viaje y ya en el aeropuerto nos
enteramos que el vuelo estaba retrasado, de eso nos dimos cuenta solos nadie
vino a decir nada, era importante que ese vuelo justo ese no se atrasara porque
al otro día empezaba el curso obligatorio y por reglamento debíamos estar en
Shanghai en el hotel antes de la 01:00. A todo esto, si el vuelo salía en hora
llegaba 22:30 al aeropuerto eso significaba más o menos 23:00 en el hotel…pero
la cosa se empezaba a complicar…una vez a bordo del avión ya media hora
atrasados, esperamos 1 hora más en la pista…el tiempo se acortaba más y ya
veíamos la multa en puerta. El vuelo termino saliendo 22:15 y tocamos tierra
00:20, lo trajo calzado el hombre. Salimos corriendo literalmente, llegamos a
la cinta transportadora y por arte de magia las primeras 13 valijas en aparecer
eran las nuestras, hasta ahora jamás había sido todo tan rápido, igual la
odisea todavía no terminaba…había que tomarse un taxi que entendiera la dirección,
fuera rápido y nos dejara en menos de 25 minutos en el hotel. Entre gritos y
alboroto al taxista, 3 coches salieron en dirección al hotel. Por suerte
encontramos uno que tenía GPS y sabía usarlo y el tener la dirección en chino
colaboro. Después de correr y transpirar mucho llegamos al hotel 00:57…nunca
nos salió todo tan redondo como esta vez. Sin multa y cansados nos fuimos a
dormir.
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