Dormimos bastante y nos despertamos casi al
mediodía, pero en España se come muy bien así que ni pensar en saltearse el
desayuno. Nos sentamos los 8 a la mesa a comer de todo un poco para arrancar
bien el día. En este día, como siguen de fiesta en este pueblo, se hace una
guerra de agua, donde pasa un camión con una bomba de agua y van mojando a todo
el que esté en la calle. Allá fuimos vestidos para la ocasión y deseando ser
alcanzados por el gran chorro de agua para calmar el tremendo calor de Sevilla.
El camión empezó a dar las vueltas y de a poco fuimos quedando empapados entre
la gente, estuvo muy divertido. Fuimos a comer todos juntos a lo que ellos
llaman la Cofradía, que es como un lugar donde se reúnen a comer y chupar
básicamente. Ponen plata entre todos para comprar la comida y bebida de toda
esa semana, y van casi todos los días a comer ahí, así que de hambre en Sevilla
no íbamos a morir. En la tarde descansamos un poco y en la noche nuevamente a
recorrer las calles del pueblo cuando la gente sale al bajar el sol. Luego ya
tarde nuevamente a aprontar todo para salir bien temprano al otro día en tren hacia
Madrid, último destino de este gran viaje.
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