Llegamos al aeropuerto y fuimos a averiguar cual era la
mejor manera de ir hasta el hostel. Como solo éramos 3 no podíamos conseguir un precio razonable por un taxi.
Decidimos irnos en tren que habíamos averiguado y nos dejaba a 3 cuadras del
hostel. El tren tremendo, vagones de 2 pisos y muy modernos. Llegamos en 10
minutos y salimos perfecto en la esquina que queríamos. Imposible perderte, te
va indicando todo y con un mapita en mano tas hecho. Caminamos las 3 cuadras
hacia el hostel y al llegar la peor noticia para esa hora y ese cansancio,
ascensor roto!! A subir 2 pisos por escalera hasta la recepción y después 2
pisos más hasta la habitación. Por lo demás, está muy bueno el hostel, tiene
lindas camas, lindos baños y duchas, y una recepción con unos sofás tremendos y
hay wifi gratis.
Dejamos todo y así nomás, casi sin dormir esa noche, nos
preparamos un mate y nos fuimos a caminar los 3. Arrancamos hacía el lugar que
nos habíamos bajado, pq vimos que había un parque lindo. Tremendamente ordenado
y limpio el parque, aunque en las calles se veía un poco de basura. Después
pasamos por una catedral que era impresionante, St.Mary se llamaba, y nos
metimos a ver como era. Era como una construcción bien británica, alta y
sumamente detallada. Adentro los vidrios y las esculturas eran maravillosas.
Había un órgano de esos de iglesia gigante, y en una empezamos a sentir que
sonaba, había un tipo que lo estaba tocando. Nose como hacía para tocar con
tantos botones, pero salía un sonido espectacular.
Seguimos caminando y la intención era llegar al Opera House,
enfilamos para la calle que nos dejaba ahí. Mucho calor y sin dormir, se estaba haciendo
brava la llegada. Pero queríamos verlo a toda costa. Por fin llegamos y esa
última cuadra se hizo linda, ir bajando e ir viendo a lo lejos el puente y el
Opera House fue tremendo. Lleno de gente por todos lados, mucho Chino como de
costumbre. Costaba creer que estábamos ahí. El lugar es espectacular, la vista
del puente, el agua clara, los bares con sus mesitas acomodadas para tomar algo
con esa vista, el Opera inmenso y sus escaleras, la vista de los edificios
gigantes a lo lejos, un lugar muy emblemático que estábamos conociendo. Se
disfruto mucho esa mañana a pesar de la falta de sueño.
Seguimos caminando emprendiendo retirada hacia el hostel,
era mediodía y picaba el hambre y el sueño. De camino un supermercado enorme
donde entramos y compramos lasagna hecha, a calentarla, comer, y a dormir una
siesta, era necesaria.
De tarde
iban a ir llegando los demás gurises, así que de noche la idea era volver al
Opera todos juntos, para verlo de noche. Fuimos por otro camino para conocer
otras cosas. Las calles llenas de gente,
bastante diversidad de gente, aunque no tanto como en Auckland. El Opera House
de noche y el puente iluminado nos seguía sorprendiendo. No había tanto
movimiento porque acá todo termina temprano, pero el lugar era increíble.
Volvimos al hostel luego de pasear un
rato más, para arrancar mañana temprano otros paseos.
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