Después de un viaje bastante agotador de toda la noche
y una escala en Manila de 3hs llegamos a Puerto Princesa. El aeropuerto era una
terminal de 3 cruces a la cual llegan aviones, no existe control de equipaje ni
nada por el estilo, te bajas del avión en la propia pista cruzas una puerta
cruzas un hall y ahí está la cinta transportadora de valijas (lo más moderna
para lo que es el aeropuerto) y cruzas la puerta…vereda. Ta se termino el
aeropuerto. Luego de sacar plata (es conveniente hacerlo en Manila ya que hay
un solo cajero en el aeropuerto) fuimos a buscar el taxi o algo del estilo para
ir al hostel. Ya que estábamos tramitamos también la ida a El Nido, ida al
hostel + ida y vuelta a El Nido = usd 20 una ganga. Esperando que la camioneta
llegara vimos que los autos volvían a manejar por la derecha! Bienvenidos al
tránsito normal! Llega la camioneta, momento de cargar las valijas, es una
situación de stress en todas partes a las que hemos ido, somos muchos y todos
con valijas o mochilas grandes. Las que no entraban las coloco en el techo (sin
vaca) y a la pregunta “como las va a sujetar?” un tipo se sienta encima y dijo
“Go!”. En fin, en el camino eran todas calles de tierra y angostas, todos
mirábamos para afuera pensando y diciendo “por acá no camino ni media cuadra”.
Para rematar el pensamiento se siente un fuerte golpe en el techo, se baja el
conductor, mira y ahí es cuando se entera que su compañero iba arriba del techo
con más valijas, “Jajaj my friend is in the roof” seguimos viaje al hostel. Al
llegar, era como un oasis en el desierto! No pegaba ni ahí con los alrededores,
era bien prolijo, pintadito y con baldosas en la entrada. Esa noche era la
única que pasaríamos en Puerto Princesa porque el propósito de estar ahí era
hacer el paseo del Río Subterráneo y dormir después de tanto viaje. Dormimos
todos los 12 juntos en una habitación, una especie de gran hermano por una
noche en Filipinas. Una experiencia divertida pero un tanto de tensión por
momentos. Desayunamos a las 6 am y las 6:30 nos pasaron a buscar para ir al
Río. La guía una genia, nos fue explicando todo de Filipinas y cosas del Río
Subterráneo. Hicimos una parada antes para sacar alguna foto y comprar alguna
cosa antes de llegar. Una vez ahí la guía se encargó de sacar número para ir
hasta la entrada de la cueva, nos tocó el turno y en 2 botes salimos. La vista
es espectacular, el color del agua, las piedras de la cueva, el verde de los
árboles, todo es muy lindo. Nos bajamos y ahí a caminar un poquito para llegar
a la entrada. Los botes eran de a 10 y nosotros al ser 12 habían 2 que tenían
ir con desconocidos, allá fuimos con un bote lleno de chinos, japoneses o
coreanos…estuvo bueno no entendíamos nada y ellos a nosotros tampoco lo cual lo
hizo bastante más divertido. Al principio medios quemados porque nos
preguntaron donde nos queríamos sentar y nos pusimos al frente hasta que
vinieron 2 chinas o no se que y nos sacaron, no entendíamos nada el porque
hasta que al entrar vimos que la persona que manejaba el bote iba indicando a
donde iluminar en inglés y las personas de adelante eran las encargadas de eso,
el tema es que nadie nos pregunto si sabíamos inglés y nos sacaron igual para
el fondo. Igualmente estuvo bueno. Adentro de la cueva el agua obviamente está
helada, se sentía el ruido de los murciélagos por todos lados y las piedras y
el óxido crearon unas imágenes que es lo que vas viendo a medida que avanzas.
Recomendable para nosotros el paseo por el Río Subterráneo.
Al terminar todo
nos fuimos a almorzar, un buffet riquísimo. Había de todo y de sabor estaba
delicioso. Regresando a Puerto Princesa hicimos una parada en un lugar donde te
tirabas de tirolesa, ahí comprobé que tengo fobia a las alturas. Subimos nosotros
2 con Clau y Nani pasando por unas cuevas geniales que era el recorrido hasta
la cima para tirarse. Todo muy lindo hasta llegar arriba, se tiro Clau primera,
luego vino Nani y cuando llegue yo empecé a sentirme mal y entré en
pánico…conclusión me baje y se tiró Camilo. Ahí volví a hacer el camino para
bajar (que fue bastante más complicado que la subida), las piernas me temblaban
todavía, lo intenté…se ve que el tema de la altura es algo a tratar con
psicólogo jajaja. Después de todo, vovler a Puerto Princesa para ir a El Nido.
Un viaje cansador, 6hs en una camioneta no hecha para un viaje tan largo.
El
camino empezó bien hasta que se hizo de noche y veías como la gente se tiraba a
cruzar sin una luz ni nada, el chofer tenía una vista increíble porque verdaderamente
no se veía nada. Jugamos a pila de cosas para hacer el viaje más divertido,
cantamos y hablamos de cualquier cosa pero llego un momento que el cansancio y
la incomodidad empezó a hacer cambiar el humor y el silencio se hizo general. Llegamos
a El Nido ya tarde, el hostel ya de arranque buenísimo, la gente de ahí
también. Una vez estiradas las piernas comenzó la odisea de buscar algo para
comer a las 12 de la noche, encontramos unas pizzas riquísimas y enormes. Panza
llena, bañados…a dormir!
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