Averiguamos como teníamos que hacer para ir a unos templos
que había relativamente cerca. Todas las distancias parecen cerca pero en todo
precisas bus o metro. En este caso había que tomarse un bus hasta la estación
de tren y de ahí tomarse un tren hasta la zona donde estaban los templos. Al
tener el Japan Rail Pass solo lo mostras en la entrada y te subís al tren que
querés. Obvio que cada vez que queríamos tomar uno teníamos que averiguar bien
cual era el que servía, ya que está todo en japonés dentro de los andenes y sin
preguntar previamente no íbamos a entender nada. En inglés están los nombres y
se entiende, pero primero hay que averiguar las combinaciones que hay que
hacer, luego de varios le agarramos la mano.
El parque de bamboo es verdaderamente espectacular, es
gigante y la frescura que hay en ese lugar es perfecta. Los verdes de las
hojas, los caminitos en perfecto estado, nada se encuentra fuera de lugar. Hay
unas cascaditas entre las piedras, son todas imágenes de postales. Después visitamos
algunos templos que estuvieron bueno, había poca gente y un ambiente de
tranquilidad increíble. Algunos estaban en una especie de altura de donde se
tenía una linda vista, y tenían jardines con árboles y flores de todas las
especies diferentes. Todos son más o menos parecidos, no iguales. Seguimos viaje recorriendo las calles y buscamos perdernos, está bueno también eso decir “seguimos por ahí y vemos a donde llegamos” tiene su encanto, a veces te metes por callecitas y barrios que parecen de película. Después de pasear y conocer algunos barrios volvimos al hostel a cenar y dejar las cosas prontas que al otro día salíamos hacia Hiroshima.
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