25 feb 2016

DÍA 6 - Acrópolis, Templo de Zeus, Estadio Panathinaikos, Parque olímpico.


Como se podrán imaginar después de ver la foto del hotel, no tenía desayuno, así que me levante y fui hasta un Carrefour que había cerca. Compramos un yogur y unas galletas y tirados en la cama desayunamos mirando los mapas, para marcar la vuelta de ese día. Lo que resolvimos fue empezar por la Acrópolis, así que salimos para allá. Ya en la calle a esa hora el calor se hacía sentir, y aunque estábamos bien frescos de ropa e hidratados igual era insoportable. En la puerta había una larga cola para comprar las entradas, que nos salieron más baratas por tener el carnet de estudiante internacional. La entrada te permitía no solo la visita a la Acrópolis, sino también a diferentes monumentos históricos que quedan cerca. Arrancamos a recorrer la parte de atrás donde se encuentra el Teatro de Dionisio, construido en el siglo V. Seguimos recorriendo diferentes esculturas y ruinas, que hay en el camino hacia la cima, cada vez más altos y con mejor vista de la ciudad. En cada sombra era la parada obligada para tomar agua y además para mirar el paisaje. Ya en la entrada de la Acrópolis ingresamos por la puerta llamada Propileos, llena de gente queriendo entrar y salir. Nos encontramos con dos argentinas que estaban de viaje por Europa y charlamos un rato y les contamos un poco de nuestro viaje. Ya en esa zona recorrimos los más principales monumentos como el antiguo templo de Atenea, el Partenon, el santuario de Zeus, el santuario de Pandión, el templo de Atenea Nike. Era increíble nuevamente como nos ha pasado en muchas partes del viaje, estar en los lugares que uno siempre vio a través de libros o de programas de televisión. No es muy grande el lugar así que lo caminamos bastante, y pudimos ver desde una zona bien cerca a la orilla, los diferentes monumentos que queríamos ir en la ciudad, y nos fuimos armando una ruta más o menos con la vista. En la bajada descansamos un rato a la sombra y nos compramos unos jugos helados que estaban tan ricos como caros. Fuimos caminando hacia el templo de Zeus olímpico donde lo único que queda son las columnas que formaban el templo, inmensas en medio de un parque. Desde ahí seguimos caminando hacia el estadio Panathinaikos o también conocido como Killimármaro, donde se disputó la primera edición de los juegos olímpicos modernos en 1896. 









Luego seguimos con intenciones de llegar al centro, donde comimos en un Mc Donalds. Lo atípico de este restaurante era que para ir al baño tenías que poner en la puerta un código que estaba en la factura de compra. Ceci fue hasta el baño y no sabía que había que llevar la factura, entonces un tipo le mostró la factura, el número que debía usar, y la dejo entrar con el número de su factura. Idea que pensamos que está buena para que no se meta todo el mundo al baño y estén más limpios, aunque en Uruguay seguro esos códigos encontrarían la manera de saberlos todo el mundo. Ya era media tarde y queríamos ir hasta el lugar donde se hicieron los juegos olímpicos en 2004. Habíamos averiguado por internet la línea de metro y la parada, así que allá fuimos. El viaje era bastante largo, tan largo que el metro ya no iba bajo tierra, sino que era más bien un tren. Al llegar nos impactó la soledad de la zona, en esa parada solo nos bajamos nosotros, y no tenía pinta de ser una zona muy concurrida. De a poco fuimos reconociendo estructuras de los juegos olímpicos, los techos de los estadios, los carteles indicando los lugares, caminos para llegar de un estadio a otro. Todo esto estaba sumamente abandonado y entramos como si nada, no había ni una persona, parecía un pueblo fantasma. Pudimos ver (desde afuera) el velódromo, el estadio de basketball, las piscinas olímpicas abiertas y las cerradas, a la cual nos metimos porque vimos gente y movimiento. Resulta que las usan para clases de natación de niños, y estaba lleno de escuelas aprendiendo a nadar y jugando en el agua. Las recorrimos como si fuéramos de ahí, nadie nos dijo nada y miramos un rato los niños jugando y aprendiendo a nadar. Era increíble estar en esos lugares tan vacíos y pensar que en algún momento alguien pagó fortunas para estar en ese mismo lugar viendo alguna disciplina olímpica. Dejamos para el final de la recorrida el estadio olímpico, veíamos el techo desde lejos y hacia allá fuimos. Arrancamos a darle toda la vuelta donde en algunos lugares podíamos estar más cerca y en otro no, debido a las rejas. Ya casi terminando la vuelta en la tribuna principal, vimos que había movimiento como de gente trabajando en oficinas, algunos autos y algún cartel del AEK Athenas. Como no había nadie y vimos una puerta abierta entramos, buscando algún camino que nos llevara lo más adentro posible. Íbamos por un pasillo y vimos a lo lejos 2 personas, así que como si jugáramos a las escondidas salimos rápido para el otro lado. Volvimos a bajar buscando alguna puerta, y aparecieron estas personas de frente a nosotros, ya no podíamos disimular. Le dije que queríamos buscar algún lugar para sacarle alguna foto a la cancha, y nos quedaron mirando con cara de no entender mucho. Se miraron y uno le dijo al otro que nos llevara a tal lado. El tipo arranco a caminar y lo seguimos, salimos nuevamente a la calle y dijimos ta, nos va a decir "sigan tranquilos gurises, a la vereda". En una se mete en una puerta, pasa por un lugar como un pasillo oscuro y llegamos a otra puerta entre abierta. Se paro y no dice "por ahí", le agradecimos y nos mandamos. Pensamos iba a venir con nosotros, pero nos dejo solos. Cruzamos la puerta y ahí estábamos, entrando a la cancha del estadio olímpico, cruzando la pista de atletismo, las vallas, y de frente el podio olímpico. No podíamos creer que lo que empezó como un juego de vamos a ver hasta donde llegamos, terminó con los dos adentro del mismo estadio a nivel de cancha. Nos sacamos las fotos de turno y a lo lejos había gente trabajando en la pista. Nos empezaron a gritar que nos fuéramos, que no podíamos estar ahí. Le hicimos señas con el dedo pero nos quedamos un rato más, estaban lejos e iban a demorar en llegar. Al salir, ese sentimiento de picardía y de satisfacción por haber podido lograr eso. 














Recorrimos un poco más la zona para volver hacia la estación de tren y en un bar nos compramos un agua grande y fría. Tomamos el metro hacia el centro y recorrimos unas ferias de artesanías. Muertos de cansados de tanto caminar, ya con las últimas energías del día, volvimos al hotel a descansar. Mañana nos esperaba una linda alegría que había estado esperando muchos años, volver a ver a mis tíos y primos de Barcelona.

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