Salimos como siempre
bien temprano, y después de un par de horas de viaje fuimos a la Mezquita
Mevlana, que lo que tiene de diferente a las demás es que en ella hay guardado
en el centro en un cofre, restos de cabello de Mahoma, el cual es abierto al
público 1 vez por año. Además es una mezquita sagrada para una orden llamada
Deviches, surgida en el siglo XIII en Konya. Después fuimos a comer a un
restaurante donde había gente de todo el mundo, en cada mesa ponían una bandera
de donde eran los comensales. Había yankees, colombianos, peruanos, indios,
brasileros, griegos, y nosotros. Después salimos hacia el hotel, ya deseando
llegar por el gran calor y las horas de ruta.
Ya en el hotel descansamos un
rato y salimos hacia la mayor atracción de este lugar, Pamukkale, los llamados
castillos de algodón, que son formaciones de piscinas con aguas termales con
gran cantidad de bicarbonato y calcio. Con los años y los terremotos estas
aguas fueron cambiando su curso y formaron grandes piscinas naturales que
contienen piedra caliza y que descienden en forma de cascada. Aprovechamos para
darnos unos baños de esta agua calentita mientras descendíamos por las
diferentes piscinas. Un maravilloso lugar y una hermosa vista desde lo alto del
valle. Actualmente lo tienen bastante regulado y hay un sistema para frenar o
largar el agua, por lo que por momentos algunas piscinas están vacías.
Después
de muchas fotos y recorrer toda la zona volvimos hacia el hotel. Para variar en
el hotel también hay aguas termales, así que nos metimos nuevamente. De lejos
parecía muy sucia el agua, estaba como verde, pero es por la gran cantidad de
minerales que tiene. Me puse a conversar con un Coreano y a contarle del viaje,
me costó hacerle entender que no éramos millonarios sino que éramos estudiantes
de una universidad pública, de un país del tercer mundo. El coreano quedó medio
desconcertado, pero después de escuchar más o menos toda la historia entendió.
Además recuerden que todas estas charlas se dan en inglés, y mi vocabulario es
bastante acotado je. Cenamos a orillas de la piscina, con un pianista que
tocaba en vivo, todo muy glamoroso, hasta que los uruguayos tuvimos que romper
con tanto protocolo. Fuimos todos a abrazar al pianista y a sacarnos fotos con
él, quien accedió muy amablemente. Casi terminamos todos en la piscina con
pianista incluido.
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