27 feb 2016

Día 1 – Llegada a Londres



Nos despertamos cerca de las 4 a.m. para salir para el aeropuerto. Había llovido toda la madrugada y estaba muy oscuro todavía. Conchi nos llevó y al llegar al aeropuerto no sabíamos a que terminal debíamos ir ya que no teníamos esa información. Recorrimos la más normal de las terminales que supuestamente la gran mayoría de los vuelos salen de esa, y las pantallas no indicaban nada. Era evidente que esa no era, así que volvimos a subir al auto y fuimos hasta la otra. Bajamos corriendo a buscar las pantallas y tampoco, no aparecía nada. Ya entramos a dudar si teníamos bien el pasaje o si no le habíamos errado de fecha. Volvimos corriendo al auto, y solo nos quedaba una terminal, que no se usa mucho y que quedaba más alejada. Llegamos lo más rápido posible y muy nerviosos, buscamos la primer pantalla y por fin aparecía el vuelo nuestro. Problema resuelto, despedimos a Conchi y entramos a hacer los trámites para subir al avión. Ya en la sala de espera pudimos ver salir el sol atrás de los aviones, con un color naranja entre las nubes. 



El vuelo fue normal y en un rato estábamos en suelo londinense. Era increíble estar llegando a Londres, un lugar tan emblemático y con tanta historia de Europa. Llegamos y como no podía ser de otra manera, Londres nos recibió con lluvia. Estaba fresco, más bien tirando a frío y no teníamos mucho abrigo. Nos pusimos el único abrigo que teníamos y salimos a buscar la oficina donde íbamos a comprar la Oyster Card, para poder viajar en trenes, metros y buses. Luego salimos a la puerta a esperar el bus que nos llevara hacia el centro, ya que habíamos llegado a Gatwick, un aeropuerto menor en las afueras y al noreste de Londres. Llegamos y comimos algo en la estación de tren, que era inmensa y había mucha gente caminando para todos lados. Ya se podía ver que estaba todo muy ordenado y limpio, bien británico. Después de entender un poco los carteles, salimos rumbo a las escaleras que nos llevaron al metro. Debíamos ir al otro aeropuerto, Heathrow, donde llegaba Sandra, que nos iba a acompañar de ahora en adelante. La terminal del metro era mismo debajo del aeropuerto, así que fue bien fácil llegar. Esperámos un largo rato y por fin apareció Sandra caminando entre la gente. Había llegado sana y salva, y ya estábamos los tres juntos. Debíamos volver hacia el centro para ir a nuestro hostel. Todo venía bárbaro, después de algunas combinaciones de metro, estábamos llegando al barrio. Es muy fácil andar en metro en Londres, está todo muy señalizado, son rápidos, limpios y cómodos. Nos bajamos y arrancamos a buscar la dirección. Llegamos a unos edificios y era esa la dirección. Habíamos alquilado un apartamento por Airbnb que supuestamente estaba lindo. El barrio no nos gustó mucho pero bueno, había que ver el apto. Llegamos a la puerta y tratamos de entrar según las indicaciones del mail. Había que poner un código en una puerta para que nos diera la llave y poder entrar. No había ningún lugar para poner un código, y el edificio tenía más de una puerta. En la esquina empezaron a aparecer unas caras medias raras que nos veían ir y venir. Volvimos hacia la estación de metro a 4 cuadras para poder tener internet y comunicarnos con el dueño. Nunca contesto nuestros mensajes, así que volvimos a probar suerte al edificio. Esta vez alguien estaba entrando al edificio así que le pedí para entrar. Llegue a la puerta del apto pero estaba cerrado. Salí, y por la ventana de otro apto se asomó un muchacho, al cual con un inglés bastante básico le intentamos explicar lo que nos pasaba. El tampoco hablaba muy bien el inglés, entonces no entendíamos mucho. Resulto ser colombiano je así que ya en español le contamos mejor, y le pedimos la clave del wifi para probar hablar con el dueño nuevamente. A todo esto, arrancó a llover y se hacía de noche. No tuvimos suerte y volvimos hacia la estación de metro. Estuvimos buscando otros hostels u hoteles, pero eran todos carísimos y además íbamos a perder la plata de este que habíamos contratado. Volví por última vez en un intento de ver si podía entrar, y al llegar vi muchas caras raras en la puerta así que desistí de ese lugar. Fuimos a un bar en la esquina a tranquilizarnos y a poder usar el internet para seguir buscando otro hotel. Al final conseguimos uno, así que salimos nuevamente a la estación de metro para ir al nuevo hotel. Después de dos metros llegamos, muertos de cansados y deseando llegar de una vez por todas. El nuevo hotel quedaba en una zona muy linda y estaba bien de bien. No nos anduvo el internet ningún día, pero bueno, era mejor que no tener nada. Compramos algo para comer y a descansar ya que había sido un día muy largo y habíamos pasado mucho nervio. Yo me acosté y los nervios me jugaron una mala pasada, y pase vomitando toda la noche. En fin, no fue una gran llegada a Londres. Igualmente estábamos ahí, queríamos conocer esa hermosa ciudad, no nos íbamos a rendir tan fácil.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Powered By Blogger