Salimos temprano en taxi hasta el Palacio Imperial, y la
verdad quedamos sorprendidos por lo lindo que era. Ya a esta altura del viaje
nos dicen la palabra templo y no queremos saber más nada, pero este era
diferente. Era un lugar muy grande, varias manzanas de predio donde había
muchos templos de diferentes estilos. La entrada era cara pero valió la pena
entrar. Todos colores dorados y budas por todos lados, con detalles de espejos
y de mármoles de colores en las paredes. Pasamos mucho calor porque para entrar
había que hacerlo de remera y pantalón largo, así que acá también tomamos mucha
agua y fuimos parando en cuanta sombra había. En uno de los templos que tiene
se encuentra el Buda de Esmeralda. Luego de ahí fuimos a ver el Buda gigante
reclinado, que es típico de este país. Con la entrada te daban una botella de
agua, así que no pudo ser mejor. Obvio que para entrar, otra vez pantalón,
remera y acá también desclazo. Además de este Buda el lugar tenía un parque muy
lindo que era inmenso y con muchas estatuas y edificios muy lindos. Por estos
lugares son casi todos los edificios parecidos, pero cada uno tiene lo suyo o
algo que lo diferencia del otro.
Ya era el mediodía y arrancamos a caminar para
el lado del hotel, aunque quedaba como a 30 cuadras, porque en el camino
queríamos ver el Golden Mount, que es como un cerro que arriba del todo tiene
un templo y la vista desde ahí nos dijeron que estaba buena. El calor se hacía
sentir cada vez más y el hambre también, pero después de un rato llegamos y lo
subimos. Era todo por escalera y no era tan alto, así que no se sufrió tanto.
Desde arriba se tenía muy linda vista de Bangkok, así que valió la pena.
Salimos y nos fuimos en taxi al hotel. Tomarse taxi en esta ciudad es
complicado ya que nunca te quieren prender el fichero y para todos lados te
quieren cobrar 100 o 150 baths, cuando en realidad sabíamos que por 60 o 70
baths llegábamos al hotel. Así que bueno, tenés que parar a muchos hasta que
uno acepta prender el fichero. Fuimos con un veterano que era re buena onda, no
solo prendió el fichero sino que nos fue conversando re bien. Íbamos pasando
frente del hotel y no paró así que le dijimos “acá, acá” pero nos señalo que
ahí no podía parar y nos decía “pólice, pólice” matándose de risa. Nos quedamos
comiendo algo en el hotel y aprontar las cosas para salir al día siguiente
hacia el Río Kwai.
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